Limes 3

25 y 27-01-2012. Parece que hoy el pasear se nos va a acabar, porque este «tercer cinturón» (en términos automovilísticos) no es para humanos de a pie, sino para motores, ingenios mecánicos, petróleo. Pero nos declaramos insumisos y, a la menor oportunidad, nuestra naturaleza peripaseante se impone en casi cualquier ocasión.

Con algo más de 30 km. de longitud por delante, afrontamos este recorrido en dos etapas: recorrido «A», en sentido de las agujas del reloj, para inspeccionar la parte derecha, y recorrido «B», en sentido contrario, para hacer lo mismo y tratar así de cicatrizar ambos lados de lo que esta ronda separa, y que a muchos de sus usuarios se les escapa.

El recorrido «A» arranca en un luminoso día, fresco, intenso. Nos incrustamos en el limes 3 desde Compromiso de Caspe, cuando éste se denomina «Ronda Hispanidad», y así lo será durante buen rato. Sobrepasamos el escalonado zigurat que bien parece dedicado a la mesopotámica Ereshkegal, y nos soprendemos por la enorme «pastilla» sin explotar urbanísticamente que se alarga hasta casi llegar a Miguel Servet. Por cierto, que qué tranquilo que se ha quedado el servético vial tras descargarlo de algunas decenas de miles de vehículos. Para algunos, demasiado tranquilo, seguro.

Llegamos a la altura del emboque con Cesáreo Alierta, donde el Pabellón Príncipe Felipe (¿le cambiarán de nombre cuando, dios no lo quiera, suceda a su padre?), y la ignominiosa Estación de Miraflores, con sus dos simpáticas alturas, por decirlo de una forma amable. Sigue la ignominia en forma de la no prolongación de Tenor Fleta (o salida natural del barrio de San José a esta ronda), a pesar de las reiteradas promesas socialistas. Lo digo porque se lo oí en persona, con estas orejas que se han de comer los fuegos, al alcalde socialista de la ciudad. Unas decenas de metros más adelante está la terrosa alternativa que el barrio se ha tenido que buscar por el Camino (literalmente cierto) de Miraflores, entre polvo, piedras, escuelas pías, y pajaritos pío-pío, para acceder a la Z-30. Hacemos un alto para inspeccionar el salvaje entorno inenarrable, que parece casi cualquier cosa, pero no expopaisajístico, capitalculturalino, zaragozaactivo, etece.

Esta parte de la Ronda es bastante frecuentada, los días de invierno con sol sin ese viento que se te lleva, por andarines mayormente de edad alta-alta. Dejamos el Cabezo Cortado, el final de Quinta Julieta, y pasamos por debajo del Canal Imperial, en el Barranco de la Muerte que, curioso, también tiene su zigurat, esta vez dedicado a Enkindu, seguramente. Los caídos embarrancados en aquella batalla de las sucesiones todavía se están preguntando por las razones de su fallecimiento.

Nos metemos un rato por la prolongada calle Zafiro, por la que acceder al Barrio de La Paz, para inspeccionar el impacto de un vehículo sobre un árbol (siniestro total para el vegetal), y el parquecillo que tiene una curiosa representación del Canal Imperial, y una no menos curiosa leyenda, tanto impresa, como amanuense.

Ascendemos hacia los montes de Torrero, muy conocidos por tener el depósito de animales muertos más grande de la ciudad. Tras las antenas de RNE, el camino ya es de bajada, y muy pronto nos situamos en la trasera del antiguo y finiquitado Rincón de Goya, con su entrañable malogrado anfiteatro que no podemos dejar de visitar, porque cualquier tiempo pasado, es que ya pasó. Descubrimos, sin pretenderlo, un puente de madera sobre el Huerva, y es que la vida te da sorpresas, a veces agradables. Claro, que estando cerca el Rincón de Goya, la alegría dura bien poco.

En la Rotonda Villa de Toulouse, la Ronda Hispanidad se traviste en Vía Hispanidad y, para celebrarlo, nos vamos a merodear el entorno de la obra de Orensanz «Bimilenario», realizada con ocasión de los dos mil años de la ciudad, allá por el 1986. Maja y equilibrada en su ambigua asexualidad Ángel Custodio-Isabel Católica, que ambas cosas dicen que es.

Retomamos la Vía Hispanidad, entre bien modernos edificios acristalados, las dependencias del Ayto. en el exseminario conciliar, la gran torre de telecomunicaciones, los emboques con  Gómez Laguna y con Duquesa de Villahermosa, el Grupo Alférez Rojas (de la época de Sidi Ifni). Muy cerca de la Avenida de Madrid nos metemos en las Delicias para comprobar lo tranquilos que son los pasajes comerciales (gracias a las Grandes Superficies Comerciales), y para inspeccionar la escultura «Puesta de sol», de Fernando Navarro, y la Estación de servicio «Los Enlaces», de José de Yarza García (de los Yarza de toda la vida).

Continuamos, dejando atrás el Parque Sedetania y La Bombarda, para entrar en el lío, porque la Z-30 se vuelve loca y desaparece, y se convierte en la Avenida Navarra, hasta una rotonda que conduce a la estación Delicias, sigue por la «Avenida de la Expo 2008», cruza el Ebro por el Puente del Tercer Milenio, y enlaza con Pablo Ruiz Picasso. Semejante dislate nos deja para el arrastre, y sólo una tranquila ingesta alimenticia nos repone las conexiones neuronales averiadas. Lo hacemos en un tranquilo lugar, de nombre «Manolete», en esa zona de Zaragoza donde calle que ves, poeta que te crió, que mira ya es, pudiéndole poner, como hacen en otros barrios, nombres como Assassin’s Creed 3, Max Payne 3, o Resident Evil Revelations. Dónde vas a comparar, hombre.

Con las neuronas estomacales más tranquilas, retomamos la parte final del trayecto desde Pablo Ruiz Picasso que, bruscamente, se convierte en Salvador Allende, con su olorante Campo Ebro Industrial. De Allende a Alcalde Caballero, con sus polígonos industriales (Molino del Pilar, Alcalde Caballero, El Pilar), no podemos con tanta patria nomenclatura, nos infectamos, y decidimos dar una vuelta por la Jota, que aún tiene alguna calle que no parece que estemos en la Zaragoza del XXI, pero que de ninguna forma.

Ya llegamos al puente de Giménez Abad, que nos devuelve al matutino punto de partida, 30 km. después, tras dar una irregularísima vuelta a la ciudad, que de cinturón tiene un poco más de un tercio, como los botellines de Ambar. El resto es callejeo un poco alocado, o sea, lo que solemos hacer habitualmente.

Quedaba por hacer el mismo trayecto, pero en sentido contrario, en el denominado Recorrido «B», que emprendemos un par de días más tarde, en un día diametralmente opuesto, en términos meteorológicos: nublado, viento helante, frío, llovizna. Pero como a nosotros nos va casi más el invierno ruso, al contrario que a los nazis, pues alegres, contentos, y cantando, nos lanzamos al desafío, como buenos inconscientes.

Arrancamos desde las Fuentes, no sin antes curiosear por donde la escultura «La Maternidad», de Jacinto Ramos. Al otro lado del río, enfrente a Vadorrey, hay un vacío urbanístico que nos llama, y allí que vamos pues, aunque no conduce sino al camino que recorre el río Gállego, tiene interesantes contrucciones que no sirven para nada, pero que no dejan de ser curiosas. Continuamos por Alcalde Caballero, y otra vez nos desviamos a la derecha para hollar unos terrenos carne de cañón urbanística que, a fecha de hoy, parecen como a 150 km. de Zaragoza. Hay un pedazo de Vadorrey fuera sí, de Vadorrey, que también sufre nuestra inspección entre Av, Cataluña y Alcalde Caballero.

Cruzamos la Avenida Cataluña y nos metemos en el Polígono El Pilar, con algunas empresas de nombres y arquitecturas ciertamente peculariares, a las que servidor sólo puede desearles mucha suerte, tal como hace por duplicado «El Chema». Tenemos un pequeño despiste y nos salimos del recorrido, pero así descubrimos rincones como «el terraplén a tuti-plen», y «el elefante-tobogán». El frío de congelador se nos ha llevado mucha energía mientras paseábamos, así que debemos hacer un necesario «tortilla-break»en el Picarral.

Ya lleva un rato goteando del cielo cuando pasamos por Pablo Ruiz Picasso y llegamos a la ex-Expo, a tiempo de ver a la torre del Agua en su elemento. Mientras se va clareando el cielo, aprovechamos para hacer el scalextric que lleva desde el Puente del Tercer Milenio, hasta la Vía Hispanidad en un visto, y no visto, que a cualquiera le dices que eso es una ruta de circunvalación urbana, y hasta se lo cree.

Curioseamos por entre los restos de unas calles que ya no lo son, en una extraña zona entre Miralbueno-Oliver-La Bombarda. Seguimos por Vía Hispanidad hasta las urbanizaciones Parque de la Hispanidad I, y II, que recorremos paseando tranquilamente, entre gaticos, árboles frutales, silencio, algún vecino asombrado, y ausencia notoria de coches (lo mejor).

Retornamos a Vía Hispanidad, y ya se nos han hecho las tantas, que si no comemos ahora, ya no podremos comer sino de bocata, y en días como éste, es necesario echar algo caliente al coleto. Nos torcemos levemente hacia Casablanca, en busca del económico de turno, que encontramos en pleno cogollico del barrio, y es bueno, barato, y peculiar. Qué rico que sabe todo cuando se tiene buena gana. Tras el preceptivo café, un tranvía por Vía Ibérica nos despide antes de cruzar el Huerva, y continuamos.

A la altura de la Z-30, al otro lado del Rincón de Goya, observamos una especie de parque desconocido, inexplorado, y eso es demasiado para nosotros, así que allá que vamos. Entre el Huerva y un colegio privado, que en esa zona hay verdadera epidemia, descubrimos una zona verde bastante reciente que, suele pasar, no lleva a ningún sitio, ni tiene a nadie paseando por él, que se termina, de repente, pasados unas decenas de metros de recorrido. A su lado hay un recinto llamativo que resulta ser el vivero municipal. Tela. Seguimos andando como los cangrejos, y llegamos hasta el Parque Grande, que está al lado, pero como está separado por la Z-30, parece a kilómetros luz. Paseamos un rato entre algunas de las estatuas del Parque, y de la inopiada toma de agua del Canal Imperial.

Regresamos al coche para terminar el recorrido, por Torrero, la comisaria de policía local que conduce a Parque Venecia y Puerto Venecia (son dos cosas harto distintas). En unos descampados gigantes, un rato después, imagino el pedazo de campo de furgol que don erre que erre quiere hacer, a pesar incluso, o por eso precisamente, de que no hay un duro en la caja. Ya estamos en el punto de partida, luego este Limes 3 está ya bien corrido y recorrido, de abajo a arriba, y de arriba a abajo. Ahora toca descansar, que menudo día.

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