Tramo 9 Anillo Verde y Plan Aceralia (y II)

21-11-20012. El «Plan Aceralia» supone el traslado de 14 empresas del Polígono Industrial Cogullada al Parque Tecnológico de Reciclado López Soriano, y la modificación del PGOU para recalificar el suelo sobre el que estaban, de «industrial» a «urbano». Es una parcela de 15,63 hectáreas, de las que la mitad pertenecían a Aceralia (da nombre al Plan), localizada entre Alcalde Caballero, Camino de los Molinos, vías del Picarral y Saica.

El Plan fue aprobado por el Ayto. y DGA en 2003, y el PGOU fue modificado en 2004. Se contemplaba la construcción de 2344 viviendas con alturas de hasta 17 pisos para sufragar el traslado de las industrias (si los gastos hubieran sido mayores, ríanse ustedes del escaylain de niuyor). SAICA presentó un recurso ante el TSJ de Aragón aduciendo que había invertido bastantes perras en tratar de reducir sus impactos sonoros y oloros; que dado su goliático tamaño de ninguna manera le compensaba económicamente el traslado; y porque consideraba al Plan un potencial «váyase, señor SAICA»: la cercanía de viviendas haría socialmente imposible la convivencia entre los nuevos vecinos y la industria.

En abril de 2008, la sentencia del TSJA anuló la modificación del  PGOU sobre la que se basaba el Plan, por irracional, y porque «solo atiende a los intereses de las industrias promotoras«. Desde entonces, la Expo y poco más.

En noviembre de 2012 el Ayto. acaba de hacer pública una propuesta para desatascar el plan de Aceralia: reduce la altura de los bloques de viviendas, de las 17 plantas a 8. Según el Ayto., edificios de 17 plantas son ahora excesivos e innecesarios. Otros cambios: incrementar un 40% la reserva de suelo para equipamientos, reducir un 6% la densidad máxima de viviendas/ha. Finalmente, se reduce en un 6% el aprovechamiento urbanístico.

Esta historia sigue sin tener final. En todo caso, hay solares para rato.

Revitalizados con un indescriptible revuelto de setas, ajos tiernos y huevo, con queso emmental francés, con uva transgénicamente enriquecida, dulces y café, nos encaminamos al segundo «caso» de elusión del día. Cruzamos la linde entre Cartago y Roma, y nos detenemos a rendir homenaje a la locomotora de vapor Baldwin que recuerda que el puente de la Almozara fue en origen sólo puente ferroviario. Dentro de la pequeña cabina del maquinista, donde los mandos y la caja de fuego con la boca del hogar, rememoramos.

Progresando por Valle de Broto, dos signos de los tiempos: una infame pegatina de unos nazis zaragozanos y su notable caso de disgrafía (¿nazis invitando a leer y pensar por uno mismo?, ¿pero qué sindiós es esto, Adolfo?) Más adelante, el Parque nº 1 de Bomberos nos anima con su diáfana instalación (ser funcionario comprometido no es contradictorio).

Remoloneamos un rato por peculiares arquitecturas y, en Marqués de la Cadena, cometemos un notable error (no me refiero al posado del Sr. Tausiet con el doblemente cuarentón Escobar, de nombre Manolo): nos desviamos de nuestro objetivo por las cosas de la ignorancia, y nos internamos por la parte más oriental del Polígono de Cogullada, deambulando por calles nominadas en honor de destacados científicos universales (Benjamin Franklin y su armónica de cristal, Jaime Ferrán y su vacuna anti-Alfa).

Nos sorprende una pintada rememorativa de Rudolf Hess, precisamente uno de los nazis con la cabeza más jodidamente jodida. Nos ilumina el sol del membrillo, y encontramos el musical OK Corral en una de tantas naves idénticas todas. Más adelante, una legendaria seta chopera sin gnomos inquilinos, que deben haberse ido todos al verdor de Arcosur. Hay variadas industrias, y no son pocas las instalaciones ocupadas por los secuaces de FuManchú, que siguen adelante con su plan de conquistar el mundo, ahora que los yankees están encelados con Siria.

Cuando Jaime Ferrán confluye al norte con Ben Franklin, llegamos al fín al mar de vías de la estación Zaragoza Arrabal, especializada según reza la página del ADIF en transporte convencional y servicios adicionales (acceso de trenes a la terminal, maniobras en terminal y operaciones de acceso a Saica). La realidad parece mucho menos que todo eso, y el aspecto se asemeja a la extinta estación de Utrillas en sus últimos tiempos, cuando la parca ya había cortado el hilo del que pendía su hálito vital. Nos aproximamos a las vías tras haber esperado un rato en una artesanal marquesina a que llegara la diligencia que nos llevara al Campo del Sepulcro. Al no ser así, progresamos hasta el tramo de Alcalde Caballero que pasa por encima de las vías. Superamos una leve barrera arquitectónica, y nos regocijamos con las imaginarias, amplias y seguras aceras. La imagen a contraluz del panorama industrioso con la ciudad al fondo, es ciertamente molesta a las pupilas. Es lo que tiene el atardecer zaragozano, sobre todo si miras directamente al sol.

Las vallas nos anuncian que ya estamos por fin en los terrenos del Plan Aceralia, que ya era hora. Bien majos gatos poco estresados nos miran con extrañeza: «¿quiénes serán estos humanos que por aquí vienen a la nada en que tan bien estamos?» Torcemos por el Camino de los Molinos para circunvalar el terreno y encontrar un acceso no felino. Quedan las fachadas de las empresas deslocalizadas, y una leve indicación de donde estaba Aceralia. A la altura del TOPI, seguimos el Camino de la Corbera baja y nos internamos en una maraña de solares, cuyas vallas hacen de redes atrapacapitanas. Llegamos donde las emanaciones de SAICA comienzan a bailotear arriba y abajo, según el ritmo de un vientecillo de impredecible rumbo. La visión es ciertamente desoladora, aunque la natura está empezando a abrise camino entre ponzoña, veneno y ácido. Este planeta es la hostia.

Cometemos otro error al aproximarnos a SAICA, pues nos recibe con una clorhídrica ráfaga a modo de bienvenida a modo de ziklon b rebajado que nos deja un poco tocados. Cómo debía ser por aquí deambular y vivir antes de que la empresa redujera los efectos de las emisiones. Asemejaría los alrededores de Ypres durante la Gran Guerra. Seguimos inspeccionando curiosas zanjas abiertas por mecánicos ingenios buscando algo que seguramente no han encontrado. Un par de cementerios de capitanas junto a la linde con las vías del tren y varias señales de «peligro de muerte» nos alegran la vista, pero al revés. Vamos completando la ronda cuando llegamos a un par de piscinas con caldo primigenio, ese del que surgió la vida hace varios miles de millones de años, aunque de este será vida, pero bien mutante y trastocada en la ordenación de sus genes.

Una arqueológica pintada de cuando Aceralia se llamaba «Rico y Echeverría Fundición y Laminados de Acero», y en ella trabajaban unos raros especímenes llamados «obreros». Qué tiempos aquellos. Ahora afortunadamente ya todos son clasemedia, emprendedores constitucionalistas y televidentes consumidores que ya están pensando en la cena de nochebuena y en lo que dirá el buen rey que nos ha traido la democracia. Joder, estas emanaciones de SAICA me están trastocando el cerebro.

Retomamos el Camino de la Corbera Baja y tomamos un bus urbano 44 que nos devuelve a la ciudad Compacta. Por hoy, ya vale de ilusiones, de elusiones.

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2 respuestas a Tramo 9 Anillo Verde y Plan Aceralia (y II)

  1. Enhorabuena por los peripaseos, soy fotógrafo y últimamente estoy muy interesado en los espacios periféricos.
    Yo también me suelo dar paseos para conocer los alrededores de Zaragoza pero no tengo los conocimientos sobre ella que vosotros teneís.
    En mi próxima salída me voy a hacer alguno de vuestros paseos.
    Muchas gracias y espero los siguientes.

  2. Pingback: Zaragoza y su entorno | Tausiet & Zaragózame

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